
Me ha llegado de Las Tunas un libro con olor a galán de noche. Y que parece haber sido escrito entre los recovecos donde los niños ocultábamos la fantasía que sacudía el pañuelo del abuelo o se iluminaba en la tardanza del amanecer. Es un libro breve. Tan breve como las memorias que trata de remitir, entre las solapas de la poesía, hacia la estación del nunca morir.
... (... continúa)
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