Por Luis Sexto
Al leer Julián de Zulueta y Amondo, promotor del capitalismo en Cuba, de Eduardo Marrero Cruz, cualquier lector reflexivo se preguntará: ¿Acaso las biografías solo pueden escribirse de los personajes que consideramos buenos, generosos, patriotas, o también nos interesaría conocer la vida de quienes, juzgados desde la ideología dominante en la actualidad, los clasificamos entre los personajes negativos?
Si creyéramos que la historia ha de ser el resultado de la propaganda, tendríamos que admitir que hoy en Cuba la biografía de Julián de Zulueta y Amondo no interesaría a nadie. Pero la Historia no es la que se sintetiza e interpreta solo con el criterio de hacer resaltar lo que más conviene en el presente. Y aunque ante la Historia se adoptan ineludiblemente posiciones de partido con cuanto se dice o se omite, para ser justo y exacto habrá que establecerse en el medio, que es el punto donde se conserva el equilibrio sin caer hacia uno de los lados.
La Historia no es un pasquín. Es más bien multiplicidad de ingredientes, diversidad de ángulos, profusión de engarces. ¿Cómo llegaríamos a entender el pasado, incluso el presente, si borráramos una parte del escenario y de los personajes que intervinieron en el gran drama histórico de nuestro país. Julían de Zulueta y Amondo, fue comerciante de víveres y tratante de negros y de chinos; dueño de ingenios –El España y el Álava, entre otros; Zulueta; fue, en suma, empresario de éxito y promotor de la modernidad capitalista en Cuba. Pero al leer esta biografía, compuesta por Eduardo Marrero Cruz, agudo y flexible historiador, nacido en Colón en 1962, uno empieza a comprender que la Historia resulta de la conjunción de numerosas complejidades y que las raíces de la nación se nutren de variadas y a veces contradictorias aguas.
¿Cómo podremos comprender que nadie haya podido conseguir que Zulueta, pueblo azucarero de Villa Clara, vuelva a ser llamado Coloradas, como una vez en sus orígenes, o que la calle de Zulueta en La Habana sea conocida como Agramonte, nombre que la república le dio? Cuando leamos a Julián de Zulueta y Amondo, promotor del capitalismo en Cuba, con cuyo libro Eduardo Marrero Cruz ganó el concurso de biografía de la UNEAC en el 2005, empezaremos a entender que en la Historia -laberíntica red de intereses y voluntades- también cuentan los antihéroes, aunque nos parezca injusto. Tal vez lo injusto sea excluir a aquellos que con sus impulsos aceleraron el desarrollo de la sociedad cubana, a pesar de que, aparentemente, lo retardaron.
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