jueves, 10 de abril de 2008

LA MEMORIA AÚN CAMINA SOBRE LAS ARENAS

Por Luis Sexto

Viaja en el aire el mismo olor de ayer, de antes, de siempre; el olor dulzón y escurridizo de la leña calcinada bajo el ojo de los carboneros. Estamos en la Ciénaga de Zapata, entre Playa Girón y Playa larga, donde el mar y el humedal se tocan, se lamen ante la indiscreción del asfalto que, por un trecho, resta presencia agreste a la zona y suma seguridad al hombre.
Hace 45 años otro olor se impuso de pronto, brutalmente, al que navegaba envuelto en el humazo de los hornos, volcanes de mínimo formato que se dispersan por el pantano. Ni la nariz olímpica del novelesco Jean-Baptiste Grenouille, en El Perfume, podría rescatar el olor que predominó en este ambiente durante tres días en 1961. Demasiado tiempo. Y el viento demasiado inconstante como para retener en sus poros el rastro de un olor eventual.
Solo perdura aquí la memoria del que ha vivido. La memoria es el olfato de la experiencia: el piso de la vida. Aquí, en Playa Girón, la memoria descansa en jirones de hierros, papeles; en fotografías de héroes, estampas de mártires. Es el museo. Pero, a veces, esta memoria de artefactos y cronologías se torna incompleta. Y así topamos con la primera sorpresa. Parecería imposible que al cabo de tantos años aún permanezcan detalles sin su cuota de presente. Lo supimos mientras oíamos a muchos de cuantos vivían aquí cuando la pólvora mató temporalmente el olor salvaje de la Ciénaga, durante aquella operación que en el código de la CIA adquirió el nombre de un perro de fantasía: Pluto, y que en Cuba, traducido al lenguaje del patriotismo, se convirtió en una consigna impostergable: muerte al invasor, y en términos de la historia en una victoria inevitable: batalla de Playa Girón.
En el museo aparecen los nombres de las cinco víctimas civiles de la agresión. Siendo norteamericana en su génesis y financiamiento, la pretendida invasión se enmascaró con rostros de cubanos en uniforme de mercenarios. Dulce María Martín Angulo, Cira María García Ruz, Ramón López García, María Ortiz Suárez y Juliana Montano Gómez eran habitantes de la Ciénaga de Zapata. En 1961empezaban a conocer la vida sin aislamiento. Con justicia. Igualdad. Los mató el vómito puntiagudo de un B26 que había despegado de un aeródromo de la Nicaragua de Anastasio Somoza.
Falta el nombre de Alberto Córdova Morales, niño de seis años. ¿Por qué su nombre se ha pulverizado junto con sus huesos? Es un episodio confuso, escabroso. Y para quebrar su oscuridad pide que se le asuma con lámparas de realismo. Albertico era hijo de una familia de Playa Girón, poblado que entonces comenzaba a aglutinarse en torno de la villa turística en construcción. Los Córdova Morales, como otros vecinos y trabajadores, fueron apresados por los invasores y concentrados en las instalaciones hoteleras.
El padre, a una invitación de los mercenarios, se pasó a las filas del enemigo el 17 de abril. El 18, el caos ya fragmentaba en miedo e indecisión a la brigada 2506. Y no se ocuparon tanto de sus prisioneros. Los Córdova Morales, mujeres y niños, que se hallaban en el motel número 1, quisieron salir.
Afuera, pólvora. Chamusquina. Estruendo.
Un pedazo de metralla tocó al niño Alberto en una pierna…A las pocas horas, al atardecer, murió desangrado.
Simón Mejías Benítez, ex carbonero que al ser entrevistado trabajaba en los servicios comunales de Playa Girón, conserva una imagen de aquel momento. Ha vivido en estos parajes desde cuando “no había nada”, y los ranchos, como hitos en la geografía del desamparo, se dispersaban por la costa. Conoce a todos aquí.
Yo vi al padre del niño vestido de mercenario. Y lo oí cuando dijo: “Esto es ya de nosotros”. Yo vi también cuando su esposa vino llorando con el niño herido. Él le dijo: “Estamos en guerra y no podemos atender heridos ahora”. Nosotros estábamos en el restaurante de la villa turística. Ese hombre nos cuidaba y hasta nos amenazaba. Nos sorprendió, porque se llevaba bien con todos los vecinos y parecía revolucionario. Después del triunfo, estuvo unos días preso. Lo soltaron. Y se fue de aquí.
Esa es la historia que todos cuentan. El nombre del padre lo callamos, practicando la conducta generosa que nunca le cobró su traición. Y más: aquí apuntamos el testimonio de una de sus hermanas. Como una defensa solitaria y comprometida. De oficio.
El niño muere en el camino de Girón a Helechal. Es verdad que mi hermano se pasó a los invasores, pero cuando hirieron a su hijito, se olvidó de todo, y corrió a atenderlo…
Poco importa ya. Ese hombre ha debido afrontar un tribunal más severo, implacable: el de su conciencia. La muerte de su hijo pertenece a su tragedia individual. A la historia, a la épica, le corresponde saber que Alberto Córdova Morales es la sexta de las víctimas civiles de la batalla de Playa Girón. ¿Qué metralla lo hirió? ¿Del lado de los milicianos; del lado de los mercenarios? Las balas no tienen nombre. Los asesinos fueron los que, agazapados en la noche y con una calavera y dos tibias cruzadas en la proa de sus lanchas de desembarco, impusieron la guerra a Cuba.
NO ME PREGUNTARON A MÍ
Llegaron a comienzos de la madrugada.
La memoria de Ramón Acosta Pichs no recuerda con exactitud. Estaba de guardia junto al tanque que desde la altura de sus pilares abastece de agua a Girón. A las l2 menos cinco, hacia el mar, unas luces se apagaban y otras se encendían. Se acercó al malecón. Durante media hora las luces parpadearon. Luego cortaron el fluido eléctrico del poblado. Y luces de bengala iluminaron el paisaje.
-El tanque de agua se veía clarito, como de día.
Y los tiros empezaron a sonar.
Acosta, cienaguero que trabajaba en la fábrica de bloques para la construcción, entonces con 26 años, pudo maldecir por un instante su suerte. Hacía una semana que había regresado de la Sierra del Escambray, donde combatió, como miliciano, a gente alzada en armas contra la revolución. Tenía barba. Había aprendido a leer pocas semanas antes, guiado por el magisterio de un niño chileno de 12 años. Esperaba su relevo de guardia a las 12 de la noche. No llegó.
Cuando conversamos era carnicero de la villa turística. Y antes había sido panadero, dulcero, cocinero. Le pedimos echar hacia atrás el tiempo, y dice que nunca le ha contado esta historia a ningún periodista. Tampoco Simón Mejías, el que antes testimonió, ni otros que más abajo aparecerán en este relato.
Antes de los tiros, estoy sentado en el muro del malecón viendo aquellas luces y la bengala. Mi hermano, también de guardia, con un M 52 y 40 balas, me silba para que yo supiera que algo no andaba bien… le respondo. Nos pusimos detrás del muro, y le tiramos a un grupo, como de 20, que iba a tomar la salida de la carretera de Playa Larga, al oeste de Girón. No nos hacen mucho caso. Yo le digo a mi hermano: “Vamos”, y comenzamos a dar vueltas avisando a cuantos pudimos para que escaparan, y tratando nosotros de irnos de allí. Nos parapetamos tras el lavadero de una cabaña. Antes se nos había incorporado Argenis Burgos Palma. No estaba de guardia, pero llegó con un fusil. Entramos en combate. Pero era demasiado fuego contra nosotros. Digo: “Vamos”. Argenis, de pie, empieza a tirar como un loco, gritando patria o muerte. Una ráfaga lo trozó por el vientre. Lo enterramos en la arena, allí donde termina el malecón. Con el apuro, le dejamos los pies afuera. Yo insistía con mi hermano: “No podemos caer prisioneros”.
Hacia las seis de la mañana consiguieron entrar en el bosque. Se incorporaron más tarde a tropas milicianas. Y el 19 regresaron a Girón como vencedores.
Los recuerdos de Acosta ofrecen un detalle polémico.
-¿Está usted seguro de que el miliciano que cayó a su lado era Argenis Burgos Palma?
-Yo lo conocía; trabajábamos juntos; era de Oriente, y había venido a levantar la villa turística.
-Ciertos historiadores, sin embargo, afirman que murió de otra manera: detrás de un tanque de guerra, y no el 17 de abril.
-Pues déjeme decirle: esos investigadores nunca han venido a preguntarme.
ESA FUE MI RESPUESTA
Antonio Reytor tuvo miedo cuando la boca de una calibre 50 le apuntaba. Se hallaba a la entrada de Playa Girón, en la carretera hacia Playa Larga. Era como las seis de la mañana. Esa madrugada, en su bohío, al oír disparos, pensó que los milicianos de guardia habían rozado casualmente el gatillo. Antonio no era miliciano. Y ya siendo prisionero de la brigada 2506 lo interrogaron en un cuarto. Le preguntaron si quería unirse a ellos, y les dijo que no le gustaban las armas y los ejércitos. Le preguntaron además si le gustaba el comunismo, si le pagaban en bonos y que les enseñara el dinero.
-Yo respondía de manera limitada, no muy abierto; había que tener cuidado. ¿No?
Antonio Reytor tenía 21 años. Y trabajaba en la empresa forestal. Sentía, sí, miedo. Pero lo malo de la guerra es entrar. El cuerpo luego se va habituando a las explosiones, las armas. Le viene a uno como una resignación. Lo trasladaron al restaurante de la villa turística. Había unos 80 hombres y algunas mujeres. Desde allí vieron un avión mercenario en picada, con su humareda negra. Cayó sobre la pista del aeropuerto de Girón; estalló varias veces. Vieron además una nave cubana dejar sus bombas sobre el marco madre de la brigada 2506.
-Ahora sí nos jodimos –dijo un mercenario.
Reytor conducía, cuando hablamos, un ómnibus que todos los días viajaba a Playa Larga. Esperamos su retronó. Al mediodía. Y lo vimos en su casa –linda, confortable, adornada, como en la ciudad.
Este hombre vivió doble tragedia. Fue prisionero de los invasores y prisionero de los milicianos. La anécdota, ahora, facilita una risa larga, escandalosa. Entonces fue distinto.
El día 17 de abril por la tarde nos llevaron a El Polvorín, un barrio que surgía a un kilómetro de Girón. El 19 volví a la playa. Tres días sin bañarme, ni peinarme. Quería ir a mi casa, a ver de mis padres. Me preguntaba si estarían vivos. Vivía a unos 300 metros de la carretera a Playa Larga, y allí mismo donde me apresaron los mercenarios, me detuvieron los milicianos. Los confundí con mi facha. Bueno, me subieron a punta de metralleta a un camión. Y no me dejaron ni enseñarles mis carnés. En Playa Larga un compañero mío me reconoció. “Oye, que tú haces ahí. Iba yo solo en el camión, cercado por los guardias. El jefe averiguó. Y al final, figúrense, hemos traído por gusto a este hombre. A mí me daba roña, pero quizá yo mismo, en su situación, habría actuado igual. Al fin, el 23, después de ir a Jagüey Grande, y a Aguada, pude volver a Girón acompañado de un conocido que había sido soldado del Ejército Rebelde. Mis padres estaban vivos. Y yo entonces me hice miliciano. Esa fue mi respuesta.
TANTO COMO ENTONCES
Durante muchos meses, Ana María Hernández Bravo no soportó ni una película de guerra. Al ver los aviones, el pánico la ahuyentaba. Acudió al psiquiatra, porque soñaba con aviones, con AVIONES…
Ya pasó, claro, pero fue duro.
La encontré en Jagüey Grande donde residía y acreció su prestigio de profesora de historia y filosofía marxista. Estaba jubilada, pero aún trabajaba. En 1961, ejercía de coordinadora de la Campaña de Alfabetización en Cayo Ramona y Playa Girón. Desde estudiante normalista se había familiarizado con la Ciénaga de Zapata donde la gente había permanecido abandona de la suerte y la solidaridad.
Estos son sus recuerdos.
UNA VALORACIÓN
Allí nunca había habido escuelas. La población era casi toda analfabeta. Las condiciones de trabajo eran muy difíciles. Un par de botas no duraba 15 días.
LOS HECHOS
El 16 de abril, Fidel terminó de hablar cobre las siete de la noche en el entierro de las víctimas de los bombardeos del 15. Estábamos trabajando en el censo educacional. Sobre las 12 y media sentimos un tiroteo. Nos asomamos a la ventana y vimos bolas de candela en el cielo. Un miliciano nos dijo: “Es un desembarco”.Los mercenarios entraron. Dijeron: “¡Una escuelita!” Nos ordenaron salir con los brazos en alto. El 17, por la mañana, nos llevaron a una casa que le decían el “Club de Girón”. Un tal Andréu nos entrevisto. Éramos cinco. Y nos preguntaron si queríamos un equipo militar como el de ellos. Dijimos no. Y volvieron a preguntar, esta vez el porqué Fidel nos había enviado allí. Respondimos: “Fidel no nos mandó; vinimos porque quisimos.” Después nos pasaron a un motel situado en el lado Este de Girón. La aviación castigaba. Los cristales saltaban. Humo negro. Los colchones nos protegían.
UNA ANÉCDOTA
Tuvimos muchas discusiones. El “Chino” Kim hasta nos palanqueó el fusil. Se indignó cuando le hablamos de la reforma Agraria. Nos preguntó: “¿Ustedes han visto los títulos de propiedad?” “Sí, los hemos visto.” Todos dicen que tuvimos suerte; ese hombre era un asesino, entonces debía deudas de sangre a la justicia de la Revolución.
NUEVOS HECHOS
El 18 nos trasladaron hacia el lado occidental, y pusieron un tanque frente a la cabaña. Huyéndole a un avión, me golpee un ojo. Mi compañera patria Silva me llevó al médico. Y en el trayecto vimos morir a un mercenario. Los médicos me dijeron que ese golpe se curaba con agua fría.
El 19 por la mañana nos condujeron al rompeolas, dentro del agua. Permanecimos allí unas 10 horas, guareciéndonos de los bombardeos. Al atardecer, Girón parecía una alfombra de balas. Llevábamos tres días sin comer, pero no sentíamos hambre. Todo terminó poco después. Los milicianos me llevaron a Jagüey Grande. Cuando cedió la tensión estuve una semana sin poder caminar. Pasado ese trance, regresé a la Ciénaga y terminé la Campaña de Alfabetización.
EL MOMENTO MÁS TRISTE
Oí por una emisora contrarrevolucionaria el himno nacional de Cuba y a un locutor exhortando a la rendición. Lloré, porque oía a mi himno en circunstancias para las cuales no había sido escrito.
VALORACIÓN FINAL
Recuerdo aquel momento de la batalla como una prueba que fortaleció mi conciencia. Comprendí allí que podía morir, pero no daría un paso hacia atrás. Y así me mantengo.
Habíamos hallado la memoria. Viva. Firme. De regreso, en el aire seguía el olor de la Ciénaga; el olor dulzón y escurridizo de la leña calcinada. Aquí ese es el olor de la vida. Nadie lo ha olvidado.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

REQUIESCAT IN PACE
Y ahora, ¿qué ocurre con los vivos?.
Luis: ¿te han recortado, orientado o qué cosa?

Anónimo dijo...

Señor Luis:

Su blog es ahora un jardin muy bien cuidado. Una que otra flor, muy bonita, muy escogida. Me gustaba mas el jardin de antes. Polemico, activo, vivo, a veces controversial pero siempre entretenido. Junto con las flores se podrian juzgar malezas y hasta espinas, de acuerdo a ese derecho individual, sagrado, de pensar, expresar, reflexionar. Ese derecho que es tan temido por esos que.... (no sigo, podria Ud.juzgarme una mala hierba).
Buena suerte.
Jose.

Luis Sexto dijo...

Señor anónimo: Este está bien cuidado y el otro también. Si le gusta el otro entre, porque nadie lo ha cerrado. pinche la dirección www://luisexto.blogia.com y lo verá como siempre, aunque con menos movimiento, porque alguna gente que no lee, solo enbtra a decir lo suyo creeo, como suted que ha desparecido. Nada se ha censurado, nada ha cambiado; sencillamente independicé aquel de Juventud Rebelde.

https://lamedicinadecuba.blogspot.com/ dijo...

Luis Sexto, el problema de los blogs cubanos reside en un pensamiento binario que desajusta la realidad objetiva y donde por desgracia, algunos recurren a las expresiones mas soeces e incluso insultos y amenazas. Eso no es discusion libre y democratica sino el intento de provocar a los cubanos de la isla que apoyan el estado revolucionario y una manera de cerrar las opciones dentro de la prensa cubana debido a la mala imagen de este comportamiento. Si fueramos mas inteligentes estableceriamos un verdadero dialogo donde quepan todos sean de izquierda o de derecha, pero al presente todo parece indicar que es imposible. Si planteas el problema en Cuba te miran como un bicho raro y si lo planteas en Miami te dicen agente castrista, de manera que el pensamiento critico de los intelectuales se queda en elites de salon porque cuando bajas al pueblo llano, todo el mundo sabe lo que estas diciendo, pero se hacen los "japoneses", como se dice vulgarmente y siguen la rima, esos mismos que piden democracia en Cuba, libertad de expresion y no la toleran en Miami, ni siquiera en el propio Congreso Norteamericano donde un cubano se molesto conmigo porque le plantee a un congresista el problema de las relaciones diplomaticas con Cuba, sencillamente no me invitaron mas a que visitara el Congreso donde todo parece indicar que esperaban que yo acudiera con un cartel apoyando el bloqueo. Seguimos en el choteo de cuando Mananch aunque pensemos que somos muy cultos y el blog lo refleja asi. Necesitamos planes mas avanzados de educacion, a no dudarlo.

Enrique R. Martínez Díaz dijo...

Mis saludos. Cada cual tiene sus vivencias, muy interesantes la mayoría; yo, con 11 años, sólo recuerdo que le faltaba poco a la difunta Isolina para meternos a mí y a mi hermano bajo la cama, aunque Guanabacoa está bastante lejos de Playa Girón. Debo discrepar en algo con el comp. Luis Sexto: tengo entendido que el nombre de Pluto no se le puso por el del conocido can de los muñequitos, si no por un personaje de la mitología grecolatina, que era el que portaba el cuerno de la abundancia o algo así (de ahí viene el nombre de plutocracia, plutócrata, etc). Y de paso, sr anónimo (cualquiera sabe cual de los tantos, que ni siquiera son lo suficientemente originales como para escoger un seudónimo), no siempre en los jardines florecen flores, crecen muchas malas yerbas que el buen jardinero arranca; y dentro de las flores, cada cual escoge las que le gusta ¿Verdad?

Anónimo dijo...

Señor Enrique Martinez

Mi nombre es Jose y lo puse al final de mi comentario. Este blog da la opcion de registrase, para aquellos que escriben frecuentemente o usar la opcion de anonimo para aquellos que hacen un comentario ocasional. Los que no se registran siempre aparecen como Anonimos.
Yo entro una o dos veces a la semana a leer los escritos del Sr. Luis Sexto, porque me gusta su estilo periodistico y de paso leo los otros comentarios. No tengo intenciones de comentar frecuentemente, por eso no me registro con el blog.
Me perdi cuando se le informo a los lectores a cerca de la separacion de los dos blogs. Un dia entre y todo habia cambiado. Pense que la diferencia entre los 30 o 40 comentarios del blog anterior con los 4 o 5 de ahora tenia que ver con el mensaje de que el autor del blog debe aprobar los comentarios. De ahi el asunto del jardin y la aclaracion del Sr. Luis Sexto.

Puedo asegurarle que no tengo que esconderme para expresar lo que pienso.
No soy ni comunista ni capitalista y creo que los mejores sistemas sociales son los que combinan los beneficios sociales a su poblacion con la libertad de empresa. Creo que el debate no debe ser acerca de ideologias sino de medidas y leyes que mejoren la calidad de vida de la poblacion, independentemente si fueron sugeridas por la izquierda o la derecha.
Pienso que las empresas estatales son muy lentas en adaptarse a las necesidades de la poblacion por eso creo en que el motor de la economia de un pais son los negocios privados pequeños porque se adaptan facilmente a las necesidades de su area.
Creo en que la salud y la educacion deben estar en manos del gobierno, y ser gratuitas, para evitar lo que pasa en Estados Unidos cuando una compañia de seguro determina si alguien vive o muere, pues decide si paga o no por el tratamiento necesario.
Creo en la libertad de expresion y en la participacion de todos los partidos politicos, de derecha, de izquierda, verdes, etc, porque hace que todos los sectores de la poblacion se sientan representados.

Bueno, perdonome, me embulle escribendo, solo pense explicarle lo del Anonimo.

Saludos y que tenga un buen dia.

Jose.