lunes, 21 de septiembre de 2009

LA APLANADORA DE MIAMI: NUEVA VERSIÓN DE LOS "PANZER"HITLERIANOS

Por Luis Sexto
¿Chiste o comedia; ridículo o farsa? Esta es la pregunta con que uno trata de hallar el término justo para redondear una opinión sobre ese acto en que “un mar de fragmentos de discos compactos y fotos de Juanes –como informó El Nuevo Herald- fueron rotos por una aplanadora”, en protesta por el concierto que el reconocido cantante y autor colombiano patrocinó en La Habana el pasado 20 de septiembre.
No contaré la historia. Porque la multitudinaria convergencia de músicos latinoamericanos, europeos y cubanos y un millón de concurrentes a la Plaza de la Revolución es en sí misma historia, protagonizada ante millones de teleespectadores del mundo. Vayamos más bien a lo colateral. Porque el Concierto por la Paz no requiere de interpretaciones: nada subliminal se puede detectar cuando la música y la poesía se esmeran por exaltar lo que nuestro planeta malherido necesita: paz y concordia. Ni siquiera las canciones pudieron sugerir un mensaje enmascarado contra Cuba y la Revolución, como algún medio supuso. Por lo general, esas piezas interpretadas por Juanes, la Tañón, Silvio, Bosé, Víctor Manuel y otros son usualmente escuchadas en Cuba en la radio, la Tv o en DVDs domésticos. ¿Acaso los cubanos de la Isla viven en la edad de piedra?
Yendo, pues, a lo colateral, podíamos decir que en la edad de piedra habitan cuantos, fanatizados en una presunta Vigilia que es solo trasnochado ejercicio de pose “patriótica”, demolieron con aplanadoras y mandarrias la voz y la imagen de unos de los más populares juglares de la actualidad. Admitamos, como sabemos, que esos grupúsculos del llamado exilio, esos que parecen estar a la derecha de toda derecha, cobran sus salarios en la agencia por el “desarrollo de la democracia” o alguna parecida institución federal de los Estados Unidos, de donde, sea dicho de paso, surgieron también los Bin Laden. Pero habrá que seguir preguntando: ¿toda esa algazara, ese espectáculo cuadrupédico, ese remake de los “progromos”nazis contra los judíos, han sido solo para mantener el sueldo? ¿No vemos acaso algo más en ese alarde de demencia?
Al menos, este comentarista ve mucho más. Entremos en la psicología social; evoquemos esa figura llamada en Cuba “guapo de barrio”, que existe con otro nombre en cualquier ciudad del orbe; analicemos su conducta habitualmente destinada a lograr ser temido. Y para ello, grita, amenaza, provoca, dejando entrever en sus desafueros ante cualquier nimiedad que lo beneficie, una histriónica capacidad de alardear que “se faja por lo que sea y con quien sea”. Los corifeos de la Vigilia Mambisa de Miami buscan, pues, meter miedo; delinear con aplanadoras y mandarrias la idea de que su transformación de ciudadanos decentes y comedidos en el desaforado e inescrupuloso mister Hyde del cuento, puede tener como objeto, llegada la oportunidad, además de los discos, también las personas. ¿Y a quiénes intentan aterrorizar? Para responder habrá que estudiar algo de la composición demográfica de Miami, particularmente de Miami. Cerca de un millón de cubanos habitan esta ciudad de la Florida. Y es fácilmente demostrable que la mayoría salieron de Cuba como emigrantes para ser inmigrantes en los Estados Unidos. Conozco varias encuestas serias y honradas que avalan el hecho y cuyos números, por evitar cansarlos, no voy a citar.
Emigrantes e inmigrantes componen una categoría común en nuestro planeta, desde hace siglos; tal vez milenios. Emigran las personas de uno a otro país, de una a otra región, por que desean cambiar de ambiente, solucionar sus problemas económicos, olvidar una pasión frustrada, reunirse con sus seres queridos; en fin, por decenas de causas razonables. La emigración, por su índole de solución personal a problemas individuales o colectivos, no implica esencialmente una actitud política de partido. En una época, al pisar suelo miamense eran obligados a adquirir la falsa conciencia de refugiados. Pero en el curso de 50 años, la emigración ha ido cambiando su naturaleza. Los que eligieron salir de Cuba por razones políticas no son emigrantes, sino exiliados. Es decir, exiliado es aquel que sale de su país por causas políticas, a veces mediante la intervención de una embajada, por vías clandestinas o legales, pero impelido por una militancia partidista o el sustento activo de una doctrina cuya práctica es inadmisible en su tierra. Se marcha con una intención: luchar desde el extranjero contra el poder que los desalojó y recuperar el poder perdido, el statu social y sus tesoros y propiedades.
Por tanto, Vigilia Mambisa y los demás grupúsculos del exilio duro -temprano o tardío según el tiempo en que se exiliaron sus adeptos- se ha percatado que ese cubano al cual solo le interesa trabajar, tener casa, automóvil, beber cerveza los domingos por la mañana con los amigos, y regresar temporalmente a su patria a ver a sus familias y enviar remesas, como cualquier mexicano o centroamericano, puede en algún momento no servirles de aliados. Y de hecho, ante el concierto por la Paz, mientras que de un lado -prensa, radio y TV incluidas- Juanes recibía insultos y amenazas, en la calle el ciudadano de todos los días lo alentaba a seguir en la empresa de solidaria vocación artística del cantor. Lo confesó el propio Juanes.
Para que esta nota no se alargue, invito a recordar que esta gente que grita, amenaza, tiembla entre rencores, cuando en 1990 parecía que todo el socialismo mundial naufragaba, pidió al gobierno norteamericano tres días de licencia para matar en Cuba. Claro, esa propuesta siempre sería el guión de un filme trucado, sin locaciones y presupuesto. Pero en Miami, las amenazas que se profieren allí contra alguien de allí pueden cumplirse. Y por ello uno se inclina a decir: la acción de Vigilia Mambisa es una comedia, un chiste, un gesto ridículo, una farsa. Todo a la vez. Pero resulta también una tragedia. No lo olvidemos. Ellos, como ha dicho una voz inteligente de quien ahora no recuerdo el nombre, solo pueden reconocerles a cualesquiera de los que consideran enemigos el derecho a morir por sus ideas. Y ellos los ejecutan.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Estimado Luis:
Leí con mucha atención su comentario sobre la aplanadora de Miami, nueva versión de los panzers hitlerianos, y coincido plenamente con usted. da pena y vergüenza ver a cubanos de esta tierra que se presten a tan bochornoso espectáculo. Sin embargo, como escuché en una ocasión, son los mismos que quemaron una bandera de estados unidos cuando el secuestro de nuestro Elián, los mismos que adoran a periodistas como elvira, aquella que entrevistó a Orlando Boch, los mismos que claman por tres días de licencia para matar en Cuba.
Realmente la histeria y la impotencia los corroe, les da rabia ver lo que todo el mundo pudo apreciar el pasado 20 de septiembre: un pueblo alegre, sonriente, orgulloso de haber nacido en una isla como esta, y de seguir de pie a pesar de las dificultades.

Muchos éxitos para usted y mis mejores deseos.

Alejandro.

Anónimo dijo...

muy bueno el articulo y le ilustro mas pues hay ciertos payasos que no son precisamente de vigilia mambisa aunque no son tan repugnantes son igual de genuflexos y me refiero entre otros a un tal Omar Moinello que tal vez lo recordaran en la habana,que mal le sento el concierto de juanes,a el se le olvido que en cuba hizo una pelicula llamada Caravana que se desarrollo en Angola...parecia un hombrecito aqui en miami parece una chismosa.

Anónimo dijo...

Querido Sexto,

Esos cubanos que destruyeron unos CD de Juanes también pertenecen a esa gran familia cubana a la que se refirió Juanes en el concierto.

Ese concierto por la Paz se hizo en La Habana porque se dedicó a fomentar esa paz que tanta falta hace entre los miembros de esa gran familia cubana que está repartida por todo el mundo.

Me consta que entre los cubanos exiliados hay historias de dolor difíciles de imaginar.

Mi primer contacto con un exiliado cubano fue con mi profesora de música. Era una gran pianista que tuvo que huir de Cuba a los sesenta años dejando atrás una casa magnífica con un piano construído expresamente para el tamaño de sus manos. Tuvo que salir sólo con la ropa puesta. No le dejaron llevar nada, ni siquiera las partituras musicales que había compuesto y que encerraban toda una vida dedicada a la música. Ese piano y esas partituras que se quedaron en Cuba, se pudrieron y ahora nadie sabe nada de ellas.

Pero esa no fue la pérdida mayor de esa pobre mujer. Lo que más le dolía es que ni siquiera le dejaron sacar el album de fotos familiares. Le robaron hasta el recuerdo; y no dejaron que estableciese ningún contacto con la familia que le quedaba en Cuba.

La crueldad de no dejarle sacar ni siquiera el album familiar de fotos no es anecdótica. Me la contaron, con el mismo dolor, muchos otros cubanos exiliados más.

Mi profesora de música tuvo que dejar toda su vida en Cuba, y empezar desde cero en España a sus sesenta años dando clases de música por una cantidad muy modesta. Al poco tiempo en España sufrió un derrame cerebral, y poco después murió.

Siempre me pareció un castigo desmedido sólo por manifestarse en contra de la revolución. Y, por supuesto, no me creo que una pianista de renombre internacional se hubiese dedicado a torturar revolucionarios.

Querido Sexto, debería usted de ayudar a curar esas heridas.

Tenga usted en cuenta que en el conflicto de la familia cubana el sufrimiento se concentra en una de las partes.

Gabriel

Unknown dijo...

Una observacion: mexicanos y centroamericanos nunca han salido de sus paiseas bajo el grito de ESCORIAS !!! Ademas, conservan sus propiedades por precarias que estas sean. Y no necesitan de una licencia de sus gobiernos para emigrar. Creo que eso marca la diferencia.....

Unknown dijo...

Lo narrado por Gabriel constituye solo una parte del drama que ha tenido que enfrentar la familia cubana durante los pasados cincuenta años. Lamentablemente la realidad politica cubana nos ha parcializado a todos. Ya dejamos de llamarnos "mi socio", "mi sangre", "pariente", "mi familia". Ahora somos "gusanos", "escorias", "mercenarios". Creo que sobre Cuba, desde el Cabo de San Antonio hasta el Yunque de Baracoa, ha pasado una gigantesca aplanadora que ha destruido valores vitales para cualquier sociedad. Eso es muy lamentable.