viernes, 29 de febrero de 2008

FECHA Y FLECHA


No todos los hechos, ni todos los días, son históricos, aunque nos aburramos de asignarles ese epíteto. Recuerdo que uno de mis alumnos de técnica periodística se molestó, porque le taché esa palabrita en un ejercicio informativo sobre un acto sin trascendencia. Le queda bonito, me dijo. Pero lo falsea, le argüí. Así, de tanto usar palabras donde no caben, van ellas perdiendo su influencia. Su sentido.

Los hechos y los días históricos entrañan un cambio, aunque sea mínimo. Como el día de hoy, que pertenece a la Historia. Es histórico aunque no lo digamos. Es un número rojo en el “fechario” de la patria. Todo empezó a ser distinto después del 24 de febrero de 1895. No importa qué sucedió tres, cinco, diez, 20 años más tarde. Interesa saber que nada fue igual a como era hasta el día 23.

Si ustedes supieran cuántas veces he tenido que escribir del 24 de Febrero en mi ejercicio periodístico. Pero no me canso. Ni me arredro. Hace mucho, un historiador, muy respetable, reprochó a algunos periodistas que siempre dijéramos lo mismo. Y que incluso repitiéramos a los investigadores. Y yo, que no siempre mantengo la boca cerrada, le respondí con una especie de ex abrupto que, quizás, no merecía. Le dije: Claro, no vamos, como usted, al archivo de Simancas. Desde luego, es útil y justo que los historiadores vayan a donde sea necesario para esclarecer la verdad histórica. Y que los periodistas repitamos el valor constituido de la Historia.

A ello voy. El 24 de Febrero es una fecha independentista. Y es más: una fecha antiimperialista. La guerra del 95 fue también convocada para, de acuerdo con Martí, impedir a tiempo con la independencia de Cuba que los Estados Unidos cayeran sobre nuestras tierras de América con esa fuerza más. Es decir, con el dominio de Cuba, que los americanos le arrebatarían a España. La disyuntiva continúa vigente. O independientes o dominados. Los riesgo, incluso, se han acrecido. Riesgos como dictados por intereses locos desde los Estados Unidos.

El día, pues, me parece apto para reflexionar. Son muchas las insuficiencias; mucha la ineficiencia; muchas las aspiraciones aplazadas. Pero si integramos un pueblo maduro, nuestra óptica tendrá que trascender el apetito insatisfecho, y preservar la conciencia nacional. ¿Qué vino de allá, del Norte después de 1898? Vamos a ver… Los ingenios fueron mayores, unas cuantas fábricas, la televisión. Pero, en cambio, sufrimos la dependencia, el subdesarrollo, el peculado, el analfabetismo, la insalubridad, la injerencia militar -no olvidemos que la tripulación del B29 que abatió a Hiroshima se entrenó en Cuba-…

Por lo visto, a pesar de carteles con frases célebres y aparentemente justas, gozamos en la república ficticia de muy poco de esos derechos hoy tan proclamados. ¿Y quién nos asegura que los tendremos si el péndulo vuelve a la dependencia? No existe otra opción. Si el 24 de Febrero pertenece al “fechario” de la patria, hace falta que para defender esta fecha, tengamos listo el “flechario”, es decir, las flechas a mano.

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