Por Emir García Meralla.
En honor a la más estricta verdad estuve mucho tiempo pensando en como titular esta nota y que los prejuicios o las emociones no me dominaran. Tengo en mi mesa de un ejemplar del libro El día en que me mataron, del periodista cubano Luis Sexto.
Cuba vive aires de libros, la 17 Feria Internacional del Libro de La Habana aún no ha concluido y se esparce por la Isla. Comencemos por el principio. El autor de esta pieza que tengo entre mis manos se llama Luis Sexto, por lo que uno imagina que se trata de un miembro de la nobleza francesa del siglo X y que de alguna manera esta emparentado con el Rey Sol y con la decapitada Maria Antonieta; a sea que es historia. El título del ejemplar no puede ser más acorde al nombre: El día en que me mataron; en pocas palabras, pueden ser los detalles de una investigación emprendida para aclarar las causas, antecedentes y consecuencias de un magnicidio.
No es ni lo uno ni lo otro.
Este Luis es Cubano, con mayúscula, y su profesión es el sacerdocio de la palabra y la información: periodista; él no es culpable de llevar tal apellido, pero todos los que le conocen le suelen llamar: Sexto. El libro en cuestión es una recopilación de algunas de sus crónicas y anécdotas escritas con la regularidad proverbialmente necesaria para los domingos en un periódico cubano: Juventud Rebelde, en el que sus crónicas dominicales durante años corrieron el riesgo de hacernos pensar y reflexionar, si fuera el caso, y reír en no pocas ocasiones.
Escribir, dijo alguien una vez, es el más solitario de los artes y el más apasionante de los suicidios; este libro puede ser la cronología de un hermoso suicidio. Durante años el espacio de lectura reposada de los domingo en los periódicos ha sido una de las grandes ambiciones y sueños de todos los periodistas y escritores, tener una columna fija el único día de asueto es la coronación profesional más alta. Garantiza la regularidad de los lectores permite al escritor disponer de un corpus creativo inagotable; es también un gran reto, pues se trata de demostrar hasta que punto se puede ser creativo, original y mas que todo imaginativo.
Lecturas de domingo durante años ha tenido nombres ilustres en el periodismo cubano. En ese olimpo entró, por sus propios méritos y pies Luis Sexto.Contadas con un estilo directo, con un despliegue adecuado de recursos literarios, haciendo uso del lenguaje coloquial, el autor nos conduce por su vida, su profesión, sus miedos, sus tristezas y hasta nos muestra a su familia tal y como es; cada una de las crónicas o Crónicas en primera persona, como se llamó la columna, es un fresco de la vida cubana de los años iniciales del Siglo XXI; de una aventura así estaba urgido el periodismo nacional y los lectores mismos.
Debo confesar mi preferencia por el trabajo Traído por los pelos, tal vez por solidaridad capilar más que por valores literarias o periodísticas; quizás sea por la sencilla razón de que me obligó a reflexionar más de lo que esperaba… en fin que de un solo golpe me bebí este discreto tratado de filosofía urbana.Al fin y al cabo soy humano y la pasión brotó en estas líneas, inobjetable verdad. Las cifras de libros vendidos, durante estos días de Feria, pueden ser inusitadas si se tiene en cuenta el hecho de que los libros por obra y gracia del mercado cada día son más caros y cada día se deja de escribir con el corazón.
A esta hora mis preferencias como lector las tomo por Luis Sexto. Me alegro sobremanera que la obra suya no me conduzca por el laberinto detectivesco de la historia ni las calles y los salones palaciegos de Louvre o los sótanos de las Tullerias. Esta historia es la de un hombre cubano de carne y hueso al que pienso un día estrechar la mano… digo si no lo matan nuevamente antes de que escriba otras líneas.
domingo, 9 de marzo de 2008
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