viernes, 30 de octubre de 2009

LA SINRAZÓN DEL ESFUERZO

Por Luis Sexto
En esta columna hace falta habitualmente una palanca para impulsar el tema: una duda, una pregunta, una carta… Hoy un refrán llega en mi ayuda. Y no es desdeñable ese apoyo, porque los refranes componen el envase popular del conocimiento sobre las relaciones humanas. Son como cápsulas de sabiduría, o experiencia encapsulada. Bueno, hasta aquí lo sabido. El refrán que elijo afirma que “el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones”. O de buenos esfuerzos, sugeriría yo.
De modo que ya podemos ver cómo puedo retomar recientes reflexiones sobre la calidad, partiendo de esa frase que ha venido a justificar muchos actos fallidos. Hago mi mejor esfuerzo, decimos cuando alguien nos reprocha lo endeble de nuestro trabajo, o los escasos o pobres resultados que se derivan de nuestros actos.
Hace dos o tres años, escribía sobre la emulación socialista y me referí a que era práctica común, en ciertos centros laborales, exaltar las buenas intenciones del que se quedaba corto. En un certamen literario, añadía aproximadamente entonces, no se premia al libro con más páginas, sino el mejor escrito. En la carrera de los 100 metros, gana el que llega primero a la meta, no el que llegó último con la lengua afuera. Y, a propósito, el difunto doctor Mazorra, especialista en medicina deportiva y corredor en su juventud, realizó la carrera de velocidad más lenta en unas Olimpiadas: llegó último en una sola pierna. Se había lastimado al arrancar y no salió de la pista; siguió y terminó “a la cojita”. Pero él lo contaba como una evidencia de su espíritu competitivo; en cambio, de su “record negativo” en Helsinki no quería oír hablar.
Parece, en suma, que no todos somos tan leales a la verdad y la eficacia. Y aspiramos a que sólo nuestro esfuerzo se reconozca. O, incluso, pedimos a otros que se contenten con el esfuerzo, aunque los problemas sigan vigentes. Quién no ve claro que solo se avanza si los esfuerzos se resuelven en obras, en soluciones y las promesas de un día alcanzan su dimensión concreta.
Digamos nuevamente, pues, que la calidad en cualquier aspecto de la vida, es un método, una filosofía de acción. Cuanto se hace o se fabrica y no resulta, no sirve. Es pura chatarra. O cáscara de caña. Recordemos aquellos años de las industrias locales. Cuántos millones de pesos producidos venían triunfalmente en informes y arengas. Pero, por lo general esos valores permanecían en las tiendas o los almacenes sin que nadie los comprara, por una razón evidente: carecían de calidad, no solo en su confección, sino en el uso: nadie –digo un tanto exageradamente- sabía para qué podían utilizarse aquellos artículos.
La sociedad no puede seguir cayendo en esa trampa. Parecemos como un camión atascado que acelera sobre el barro y no se mueve. Seamos sinceros con nosotros mismos. La calidad es todavía una deuda. Y uno, como ciudadano politizado, comprende ciertas insuficiencias o deficiencias. Otras, sin embargo, no las comprende. Como entender, por ejemplo, que en los CUPET no haya agua destilada ni para los acumuladores que se compran allí mismo. Tengo más ejemplos. Pero no más espacio… a pesar de mi esfuerzo

2 comentarios:

La Mano Amiga Internacional Inc dijo...

Muchas veces la buenas intenciones llevadas a su concretización,nos hacen caer en el error ya que éstas tienen que tener un basamento lólico,suceptible ser implementadas en la reaidad.
Jesucristo en cierta ocación, dijo:"Vendrá tiempo que cualquiera que os matare PENSARÁ que hace servicio a Dios"Evangelio de e Juan.
Ese pensar o esa buena intenciónes invalida todo esfuerzo,
Por otra parte hay esfuerzos que son un llamado al fracaso presisamente por que tuvieron una mala planificación y un fin incansable.En este caso no es culpable el soldado que va a una guerra inganable y la de un obrero que le demandan alcanzar el cumplimiento de metas de ninguna manera posibles de realizar.No siempre las derrotas se pueden convertir en victorias.En esto es como si dijeramos a lo Sancho Panza que no valen pragmáticas que no se cumplen.
Asi pues las buenas intenciones y los esfuerzos subsecuentes para su cumplimentación tienen que tener una base racional,Muchos de esos errores del juicio nos dejaron sin anones, mameyes,aguacates y todo tipo de frutales.Al punto que a lo salomónico, las piedras que se arrojaron ahora se estan recogiendo.Y entre lo primero y lo segundo, esfuerzos que se perdieron miserablemente..
Sí, es cierto,"el infierno está empedrado de buenas intenciones"

Rev Leonides Penton Amador

La Mano Amiga Internacional Inc dijo...

el fin último de la calidad, es decir, de la buena calidaad,es la satizfación de la persona a la que el producto o el servicio está irijido.,En el asunto del Cupet,lo importante no es la calidad del acumulador o del agua destilada,sino del servicio.Ahi se ve que no hay un servicio de buena calidad.De que importa que un pan esté muy bién elaborado,que tenga una relativa o muy buena calidad
si cuando lo voy ha comprar, el que me lo sirve lo coje con sus manos y desenvuelto?Si a la mala calidad de un producto se une la mala calidad del servicio, es cosa de apaga y vamonos!.
Pongamos un ejemplo,si se fabrica un zapato de piel,duro,fuerte,cómodo, para las labores del campo, se puede decir que ese zapato es de buena calidad,satizface a quién lo usa.Si se fabríca unas zapatilas para un púgil y que éstas sean cómodas y fuertes, se dirá que son de buena calidad,
PERO si le le envio las zapatillas al campesino y los zapatos fuertes de trabajo al púgil, entonce ese servicio sería pésimo,sin buena calidad,Así el mal servicio,opaca la buena calidad del producto.
Entonces el método y la filosofía tienen que ser de buena calidad,pues hay métodos inapropiados y filosofías contaproducentes.esto es, de mala calidad.
Los controles de calidad tienen que ser cietificamente elaborados.En el capitalismo
se mira la ganancia y la satizfacción del ciente,y se conjugan esas dos categorias armoniosamente.
En el socialismo debe darse mejor calidad tanto en los productos como en los servicios.Pero quién e pone el cascabel al gato..

Rev Leonides Penton Amador